Soy un desobediente civil. |
Es tan sencillo como evidente señalar que en esta época de recortes a ultranza, en comparación con las prestaciones que parecen básicas como la Sanidad o la Educación o la de desempleo, palidecen en importancia social las que ofrecen las demás áreas. Parecería que no debería haber demasiada discusión al respecto. Pues si bien pocos discuten (pero sí, los hay) que la Sanidad pública es cara y que hay que mantenerla con impuestos (de todos); o que la Educación, si se quiere universal, también; muchos menos habrá que consideren lógico o necesario subvencionar la producción artística, porque su utilidad es mucho menos obvia. Afilando el argumento, si ya se está poniendo en tela de juicio que el Estado asuma la Sanidad o la Educación, que hasta ahora formaban parte indispensable de lo que se consideraba el Estado del Bienestar, tanto más será discutible que el erario sostenga una actividad no esencial para la reproducción social como es la actividad artística.
¿Cuándo una manifa por la Cultura? (Foto de Reuters) |
Si no sabes quién es, no eres culto. |
El contraargumento más socorrido en este caso por los afectados por los recortes estatales y el descenso en la taquilla es el de calificar todo lo anterior como demagogia, lo cual no nos aclara nada al respecto. Los que quieren ir más allá, sitúan en pie de igualdad la Sanidad o la Educación con la Cultura, porque, según ellos, la última es tan necesaria para vivir como la primera o tan útil para la sociedad como la segunda. Aparte de que es fácilmente demostrable de que la gente no suele morirse por perderse un estreno de cine ni de que el hambre se cura con la Quinta Sinfonía de Beethoven, se requiere cierta tozudez teórica para querer equiparar la recepción de las creaciones artísticas a las necesidades que se pretende satisfacer con la Sanidad, Educación, etc. Una equiparación que, bien mirada, le hace un flaco favor a las demandas en favor de una mayor contribución de fondos estatales a la promoción artística. En realidad, cualquier justificación en esta línea suele ser una mezcla de frases hechas, lugares comunes, argumentos pseudocientíficos y razonamientos paternalistas. Cualquiera de las anteriores que se utilice para apoyar las subvenciones a los festivales de música clásica, ópera o el Womad podría utilizarse, asimismo, para fomentar la petanca, el dominó o cualquier juego de cartas: promueve valores valiosos, cohesiona socialmente, es bueno para la agilidad mental, etc. La línea economicista, que es la más sólida, suele ser la baza escondida, por vergonzosa, una vez que la anterior, la espiritual, deja de ser convincente. En este sentido, los datos que se aportan como la parte del PIB que genera la industria cultural (en la que cabe casi todo), los puestos de trabajo que emplea, el retorno, etc., aparte de pecar de vagos y excesivamente generosos sí que, al menos, la ponen en pie de igualdad con las demandas de subvenciones al tomate, a la energía eólica, etc., pero no en un plano superior. Deberá, entonces, competir por los subsidios como cualquier otra industria o sector productivo de la economía española y demostrar no sólo que los necesite, sino que de algún modo beneficiará a la sociedad.
Así las cosas, desde el lado del receptor, o como suele llamárseles (creo con cierto desprecio) consumidores culturales, es típico en la argumentación igualar los gustos propios a necesidades; y desde el lado del artista, o de la empresa cultural, es también habitual igualar la creación o negocio a necesidad social.
¡Cohesionamos como las que más! |
8 millones de euros. Dicen que proporcionó prestigio. |
Claro que se podría argumentar que un artista no tiene por qué ser, necesariamente, anti-sistema, o transgresor, o rebelde, o reivindicativo. Ni siquiera tiene por qué dar voz a los oprimidos, ni reflejarlos en su arte. Puede uno ser artista y no ser nada de eso: puede llenar las rotondas de la ciudad con sus esculturas y pretender también que, en vida, la ciudad costee un museo en su honor, pero para nuestro beneficio. Beneficio espiritual, se entiende. Se puede ser artista y pretender que la obra pagada con dinero público constituya una seña de identidad de la que, en un futuro, estaremos orgullosos... Así, con su ejemplo nos ilustran lo que nunca deberíamos haber olvidado: que ser artista no implica ser solidario ni compasivo, sólo que se posee talento expresivo; que ser culto no significa ser honrado ni justo, sólo que se poseen conocimientos específicos. Que arte y moral no son campos contiguos ni conforman una relación necesaria.
Como diría Nerón "Al pueblo pan y circo".
ResponderEliminarLa "cultura" (fútbol, espectáculos y otras historias)es el circo de la sociedad actual, es una forma que tienen los políticos de mantenernos entretenidos.
Evidentemente este tipo de "cultura" no va destinada a una sociedad de clase pobre, mas bien de clase media-alta, y a la mayoría de la gente le da igual que el pobre no coma, y es precisamente esta gente la que demanda al gobierno este tipo de espectáculos, y estos con tal de obtener votos pondrian hasta a su madre a tocar las palmas.
Lo triste es que por el culpa del consumismo, y la estupidez de mas de uno, hay gente que se ha quedado sin comer por pagar una entrada al espectáculo de turno.
Hubo una época dorada en la que los políticos de un signo y de otro se hacían acompañar de artistas y de escritores afines. Ah, no, que se sigue haciendo...
EliminarPista sobre los personajes de las fotos. Botón derecho guardar como....
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarVaya tocho. Yo resumiría un poco. Si es esta entrada con la que creías que no iba a estar de acuerdo, te equivocas, claro que lo estoy. El de la foto es...Wagner, perhaps? Saludos, el Gándara
ResponderEliminarSi resumía más, se perdía mucho, Antonio. Por otro lado, sí que pensé que no ibas a estar de acuerdo. Alguno de los dos ha modificado su punto de vista, entonces. Y sí, es Wagner...
EliminarEs Wagner pero podría ser, perfectamente, el padre de John Wayne.
ResponderEliminarSí que se parece el jodío, sí.
Eliminar