Ocupando el espacio público (cortesía de Luisa del Rosario) |
Por el lado de los medios de comunicación, la caída constante de venta de ejemplares y de lectores no parece que haya venido acompañada del debido cuestionamiento de su función social y política. Más bien, su particular crisis la ha intando solventar sólo en el aspecto económico, a base de reducciones de plantilla y búsqueda de nuevos inversores, orillando el afrontamiento de lo que constituye, en mi opinión, su problema principal: la creciente falta de credibilidad que los aleja de amplios sectores de la ciudadanía que anteriormente conformaban su masa lectora. Su modelo de negocio parece abocado a desaparecer o a experimentar una mutación estructural. De ahí que no extrañe la proliferación en Internet de medios digitales, blogs, etc. que no requieren de la enorme inversión de capital que necesita el soporte físico, sólo disponible, por consiguiente, para conglomerados empresariales cuyos intereses no se alinean necesariamente con los de la ciudadanía. Como ya dijimos en otro post, si los medios no trasladan las problematizaciones suscitadas en la esfera informal a las instituciones encargadas de resolverlas o de plasmarlas en iniciativas legislativas, si se limitan a cumplir tareas de encargo, de difusión de consignas o de propaganda provenientes de las élites para su propagación entre la ciudadanía, aparte de incumplir con su tarea funcional en una democracia y de contribuir a erosionar ésta, me temo que acabarán por destruirse a sí mismos.
Una tendencia similar se percibe en los dos principales partidos políticos. Ante el hecho de la desafección de amplias capas de la ciudadanía que antes se inclinaba por votarles dentro de un sistema electoral que promueve el bipartidismo y la estabilidad política antes que la pluralidad de la representación, aquellos muestran una actitud contemporizadora, de resistencia, esperando que la crisis económica escampe y todo vuelva a la situación (política) anterior.
Datos de Metroscopia |
Partidos políticos y medios de comunicación han sido cooperadores en el anestesiamiento político de la esfera pública. La política parecía haber quedado reducida a la resolución de problemas administrativos o técnicos que no parecían tener conexión con la pluralidad de valores o de cosmovisiones. El énfasis en la gestión y no en el planeamiento de la sociedad en la que querríamos vivir, como si ya morásemos en la mejor posible (olvidando así a los sectores más depauperados y marginados de la ciudadanía,por ejemplo), reforzó ese vaciamiento de la política en la esfera pública e incentivó, como hemos dicho al principio, el desinterés de la mayoría de los ciudadanos con respecto de las preocupaciones por el bien común.
Fotografía de Democracia Real Ya |
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