Algunos la cambian en 24 horas. |
La situación histórica en la que se redactó la Constitución resulta determinante para comprender el papel tan importante que se les confirió. La necesidad de canalizar institucionalmente la transición de la dictadura a la democracia y de encontrar interlocutores políticos de peso para que dicho proceso no descarrilara lo explica en gran medida. Además, el deseo de estabilidad política también contribuye a explicar la ley electoral que se escogió, cuyo efecto previsto eran las ventajas comparativas que tendrían los grandes partidos y las formaciones nacionalistas. En fin, es un asunto bastante trillado al que no voy a aportar aquí nada nuevo.
No obstante, en medio de la marejada política desencadenada a raíz de la crisis económica y sus efectos en las áreas social y política, se ha puesto en cuestión el papel de los políticos, el de los partidos y el de la ley electoral. Iniciativas, documentos de estudio, propuestas varias han circulado aquí y allá, ya sea en lo que se refiere a la correspondencia de votos con escaños (vía escogida por los partidos minoritarios) como otras que pretenden una reforma general de la Ley de Partidos (intelectuales, foros varios) . Un aspecto que hasta ahora se ha tocado con cierto descuido, a pesar de las trapisondas del antiguo tesorero del partido del gobierno, es el de la financiación. Entre otros aspectos, se asumen como dogmas que los partidos pueden recibir donaciones (aunque se matice el cómo y el de quién) y que deben recibir subvención estatal según su representación. Podríamos considerar la segunda incompatible con la primera, por ejemplo. O si es saludable que puedan pedir crédito o préstamos a instituciones financieras. Podríamos analizar, en definitiva, por qué los partidos políticos cuestan tanto.
Solo me falta el think para gozar de prestigio. |
Además, en las campañas electorales no se pone en cuestión el gasto casi sin medida en que incurren los partidos políticos para propagar sus ideas y dar a conocer a sus líderes, ni (salvo las protestas testimoniales de turno de los perjudicados) el grado de intervención en los medios de comunicación en las campañas electorales. Hemos internalizado que los partidos políticos cuenten con una estructura gigantesca y muy costosa, con su patrimonio inmobiliario, su propio personal y demás. También, que reciban subvenciones las fundaciones y think tanks que apoyan. Y a pesar del aura de podredumbre moral y cinismo político que los envuelven, parece que no podemos imaginarnos el mundo sin ellos. Hace pocos días, un ex magistrado de fama internacional y unos cuantos sindicalistas y ex miembros de otro partido más escorado a la izquierda pidieron participar en la llamada Conferencia Política del principal partido de la oposición "para hacer frente a la derecha". Imagino que la impotencia política y la falta de imaginación programática es tan grande en la socialdemocracia y resto de la izquierda en general en España que consideran que el escenario político se compone de dos actores y la trama es maniquea. "Lo demás es silencio".
¡Derecha mala! |
Por otro lado, y al hilo de lo anterior, también quiero señalar que está lejos de ser autoevidente que los partidos que hayan conseguido más escaños o votos deban disfrutar de más tiempo en los medios ante unas nuevas elecciones. Si gracias a su éxito electoral anterior ya disponen de altavoz propio en la esfera política y en la pública en general, y si además se les ha premiado con la subvención pública, si ya sus diputados, senadores, concejales, etc., ya cobran con cargo al erario, ¿para qué, además, se les debería primar con mayor presencia mediática? Hoy en día, el esfuerzo que tienen que hacer terceros partidos a escala nacional (podría hacerse también el análisis en la escala autonómica) para superar el bipartidismo rampante es más que titánico, y sólo pueden florecer (o medrar) en tiempos de aguda crisis económica o política como la actual. Así, los partidos nunca comienzan de cero ni en igualdad de oportunidades. Los partidos mayoritarios seguirán siéndolo por pura inercia mediática y financiera. Mayor capacidad financiera y mediática les proporciona mayor conocimiento ciudadano y, a la postre, mayor representación, lo que, a su vez, les proporciona mayor poder institucional, mayor subvención estatal y vuelta otra vez a lo mismo. Un círculo vicioso que ha hecho que partidos y políticos hayan caído en el vicio de la soberbia política y enfermado de miopía social.
Háganme más caso: soy un estadista. |
La creatividad, la originalidad y el atrevimiento teóricos no deberían estar reñidos con la praxis política ni con el llamado pragmatismo que se le supone a aquella. Se necesita más imaginación y más solidaridad que nunca para hacer frente a las amenazas de todo tipo que nos aguardan a la vuelta de la esquina.
¿Quién le pondrá el cascabel al gato?¿Como se consigue que una casta derivada en cleptocracia se controle a si misma? ¿Porque una Mafia va a elegir auto-disolverse ante el llamamiento de sus inermes y/o adoctrinadas victimas?
ResponderEliminarEl bipartidismo español no es de piedra. Gracias a Dios, hay partidos dentro de los partidos, y vale al respecto la sentencia del clarividente Churchill: "En política hay adversarios, enemigos, enemigos mortales y compañeros de partido".
ResponderEliminarSuscribo algunas quejas del autor del blog, pero deposito muchas esperanzas en las guerras intestinas sabiendo que el peor enemigo de Rajoy es Aznar y que entre Chacón, López, Madina y García-Page tienen a Rubalcaba rodeado y a punto de salir con las manos en alto.
Hay más partidos que siglas y más cuchillos que palabras, y este multipartidismo soterrado alimenta de misterio y posibilidades nuestro sistema, que se está poniendo cada vez más interesante.
Juan Pablo Sánchez Vicedo.